jueves, 28 de marzo de 2013

Jazzys Kater


Rostros perdidos en el tiempo,
se mecen bajo la música de la luz tenue.
Proscritos voluntarios del mundanal ruido.
Esclavos del sonido,
de algo que pueden crear.
Pero no solos.

viernes, 22 de marzo de 2013

El Berlín Blanco (II)


"Te fliparía un terreno como la nieve, con sus diferentes resbalones, colores y texturas. Y un sonido...
¿Sabes lo que dice una virgen blanca cuando la pisas por primera vez?

POP."

                                   Foto: Nievetex por Luis Taboada de Zúñiga Juárez (2013)

Sentado de espaldas a un radiador que arde como el infierno Sven W. se seca las rastas. Matando el tiempo dibuja sobre un cuaderno el cuadro que visualiza: bajo el arco de la cama elevada, Bella juguetea sobre él, le muerde el labio superior y retozan prendidos el uno al otro. Viven ajenos al tiempo y al espacio más allá de sus cuerpos.

En realidad Sven W. no sabe dibujar y, como las rastas aún están húmedas, decide probar con otro pasatiempo: va escribiendo las palabras que más le gustan según le vienen a la mente:

Skateboarding

Insel

Elefant

Gitarre

Blume

Ente

Rechts

Tanne

Mientras tanto, en algún lugar de Tegel...

- No te puedo pagar. Y tengo mucha prisa por coger un vuelo al que llego extremadamente tarde. Dame tu número de teléfono, en cuanto vuelva te llamo y te pago.
Mírame a los ojos, no te miento.
- Vale, cuando vuelvas llámame a este número.

En Berlín, ya experimentado, lo primero que hice fue preguntarle a Siegbert si podía pagarle con tarjeta. Esta vez sí la llevaba aunque sabía la respuesta de antemano. El examen evidentemente lo suspendí. El vuelo, por gracia de Siegbert y su habilidad para dejarme en el lugar exacto, lo cogí. Con ambos taxistas quedé después, días después.

En Madrid me esperó junto al torno de la estación de metro de La Peseta para que no tuviese que salir y volver a pagar y, además, me devolvió el cambio aunque yo no quería. Me confesó, como voz autorizada del gremio, que si no les hiciesen tantas faenas harían muchos más favores como Éste.

                                    Foto: Berlín Sol y Nieve por Luis Taboada de Zúñiga Juárez (2013).
                                                                   El lugar donde Siegbert me recogió.


En Berlín Siegbert volvió hasta esa parada de taxis donde yo me había montado semanas atrás. No me devolvió el cambio (en Alemania es costumbre dejar propinas a taxistas y personal de peluquería además de a los camareros) pero, al agradecerle su confianza, me dijo sin pestañear que no había dudado en ningún momento acerca de que le pagaría. Mientras la melena blanca se alejaba, un joven algo chalao sonreía bajo los copos de nieve.


Aquí la primera parte: El Berlín Blanco (I)