Un martes por la tarde, a través de la ventana del tranvía y mientras observaba el reloj de la estación de Prenzlauer Allee antes de ir a grabar unas vieiras para los LaZieS, se me ocurrió una de esas frases que tanto le gusta difundir a mi estimado amigo Randy a través de las redes sociales:
“La realización de mi vida ha de ser la cristalización de mi educación.”
La del libro y la de las familias. En casa y fuera. La de las hostias* gordas, de cuando me juré que no volvería a pasar.
Y volvió a pasar. Y de nuevo apretando los dientes aprendí. Todavía vinieron otras muchas con diferentes decorados pero en esencia iguales.
Hasta que por fin aprendí, a reírme de mí.
Me amo, me odio. Pero, qué hostias*, lo disfruto.