miércoles, 23 de abril de 2014

Citas I En la Carretera

A José. Por llamar aquella tarde.

One and Only: The Untold Story of "On the Road" (2011)

Louanne. “Comprendí lo puta que era.”

“Pasé por delante de un local de pescado y patatas fritas de Market Street y de pronto la mujer que estaba dentro me dirigió una mirada terrible al verme pasar. Era la propietaria; y al parecer pensó que iba a entrar a atracarla con una pistola. Seguí andando unos cuantos pasos. Y de repente se me ocurrió que aquella mujer era mi madre hace ciento cincuenta años, en Inglaterra, y que yo era su hijo salteador de caminos que volvía de la cárcel a perturbar su honrado trabajo en la humilde casa de comidas que regentaba. Me detuve en la acera, petrificado por el éxtasis. Miré Market Street abajo. No sabía si estaba en esa calle o en Canal Street, en Nueva Orleans: iba a dar al agua, al agua universal y ambigua, como la calle 42 de Nueva York lleva al agua, y uno nunca sabe dónde está. Pensé en el fantasma de Al Hinkle en Times Square. Estaba delirando. Deseaba volver y lanzarle una mirada lasciva a mi extraña madre dickensiana del local de pescado y patatas fritas. Temblaba de pies a cabeza. Parecía tener multitud de recuerdos que me remontaban a 1750 en Inglaterra, y que ahora estaba en San Francisco sólo en otra vida y con otro cuerpo. <<No>>, parecía decir aquella mujer con su mirada terrible. <<No vuelvas a acosar a tu pobre madre en su honrado y duro trabajo. Tú ya no eres un hijo para mí; eres como tu padre, mi primer marido… Y aquí este amable griego se ha apiadado de mí (el propietario era un griego de brazos velludos). No eres bueno; te das a la bebida y te metes en líos y acabas robando el fruto de mi humilde trabajo en esta tienda. ¡Oh, hijo! ¿Es que nunca vas a arrodillarte e implorar perdón de todos tus pecados y bellaquerías? ¡Muchacho perdido…! ¡Vete! No me acoses más. He hecho bien olvidándote. No vuelvas a abrir viejas heridas; haz como si nunca hubieras vuelto y me hubieras buscado… para ver mis penurias de trabajo, mi puñado de peñiques arañados con sudor…, ávido de arrebatar, presto a despojar, hosco, desamado, mezquino hijo de mis entrañas. ¡Hijo! ¡Hijo>> Me hizo pensar en la visión de Big Pop en Graetna, con Bill. Y por espacio de unos segundos alcancé la cima del éxtasis que siempre había querido alcanzar, el paso total desde el tiempo cronológico a las sombras intemporales, y el asombro ante la lobreguez del reino de lo mortal, y la sensación de la muerte pisándome los talones para que siguiera mi camino, con su propio fantasma mordiéndole los pies, y yo corriendo hacia una tabla desde la que todos los Ángeles alzaban el vuelo y se perdían en el infinito. Así estaba mi mente. Pensé que iba a morir en el instante siguiente. Pero no morí, sino que caminé seis kilómetros y recogí diez largas colilllas del suelo y me las llevé al hotel y metí el tabaco de todas ellas en mi vieja pipa y la encendí. Así me encontró Neal cuando finalmente decidió que merecía la pena salvarme. Me llevó a casa de Carolyn.
Neal Cassady & Luanne Cassady

¿Dónde está Louanne, Jack?”

1 comentario:

  1. “Así estaba mi mente”

    “… me llevó a recordar la visión de Big Pop en Graetna con el viejo Bull. Y
    durante un momento llegué al punto del éxtasis al que siempre había querido llegar; a
    ese paso completo a través del tiempo cronológico camino de las sombras sin nombre;
    al asombro en la desolación del reino de lo mortal con la sensación de la muerte
    pisándome los talones, y un fantasma siguiendo sus pasos y yo corriendo por una tabla
    desde la que todos los ángeles levantan el vuelo y se dirigen al vacío sagrado de la
    vacuidad increada, mientras poderosos e inconcebibles esplendores brillan en la
    esplendente Esencia Mental e innumerables regiones del loto caen abriendo la magia del
    cielo. Oía un indescriptible rumor hirviente que no estaba en mi oído sino en todas
    partes y no tenía nada que ver con el sonido. Comprendí que había muerto y renacido
    innumerables veces aunque no lo recordaba porque el paso de vida a muerte y de muerte
    a vida era fantasmalmente fácil; una acción mágica sin valor, lo mismo que dormir y
    despertar millones de veces, con una profunda ignorancia totalmente casual. Comprendí
    que estas ondulaciones de nacimiento y muerte sólo tenían lugar debido a la estabilidad
    de la Mente intrínseca, igual que la acción del viento sobre la superficie pura, serena y
    como de un espejo del agua. Sentí una dulce beatitud oscilante, como un gran chute de
    heroína en plena vena; como un trago de vino al atardecer que hace estremecerse; mis
    pies vacilaron. Pensé que iba a morir de un momento a otro.

    Pero no me morí, y caminé seis kilómetros... ”


    En el Camino
    Jack Kerouac

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